La contratación de “arquitectos estrella” es una tentación a la que históricamente se han resistido pocos políticos, seducidos por la idea de vincular su nombre a lo que se presume, podía ser una gran obra. Sin embargo, en los últimos años estamos asistiendo a una creciente polémica acerca de este tipo de relaciones, que no solamente incumplen la legislación en materia de contratación, sino que suponen un enorme consumo de recursos públicos, con resultados cada vez menos convincentes, cuando no decepcionantes.